Ampliando horizontes

No digo yo que haya sido el responsable, porque ya tiempo atrás empecé a “flirtear” con alguna serie extranjera no procedente de la tierra del señor de los tuits coléricos, pero sí es verdad que Reed Hastings me ha facilitado el acceso a nuevas historias que se desarrollan en paisajes muy alejados de EE.UU.

Por un lado, y tras cogerle el gusto con productos muy recomendables (Happy Valley, The fall, London Spy),  he aumentado considerablemente mi ingesta de series “british” en los últimos meses, caso de Retribution, Paranoia, Requiem, The loch, Dr Foster, Alias Grace

De otro, he constatado que se hacen cosas muy interesantes en países como Alemania (Dark) o Noruega (Zona fronteriza). Hasta me he trasladado a la residencia habitual de Elsa Pataky y esposo, para ver una de muertos vivientes que no tienen nada que ver con zombies ni similares (Glitch).

Las historias son siempre las mismas según el gusto del consumidor. En mi caso, asesinatos por resolver, historias fantásticas, algún que otro culebrón…

Lo que cambia es, en la mayoría de los casos, el ritmo en el desarrollo de la historia (más lento), el retrato de los personajes (más incisivo), la plasmación de su entorno (más exhaustivo)… y algo de lo que soy firme partidario, la duración de sus temporadas. De 4 a 8 capítulos a lo sumo que, en mi opinión, son más que suficientes para rematar lo que te quieren contar.

Dicho esto, no hay que perder la pista a interesantes apuestas de la ficción estadounidense, como Mindhunter, Manhunt:Unabomber o Altered Carbón, por citar algunas de las más recientes que han pasado por mi tablet.

Y es que el mundo de las series es taaan grande.

Nota. ¿Sabes ya quién es Mr. Hastings, no?

 

 

 

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Año de series, año de bienes

Termina 2016 y con él algunos muy buenos momentos pegado al IPad o el televisor degustando el placer nada culpable de un seriéfilo de pro como un servidor. Veteranas o recién llegadas de los States, United Kingdom o incluso de dentro de nuestras fronteras la ficción televisiva ha vuelto a ocupar múltiples ratos de ocio y descanso en mis últimos 365 días.

A continuación destaco algunas de ellas, las que me vienen “ipso facto” a la cabeza y que, por ello, entiendo que deben ser las que más me han gustado.

Maaarchando una de “top ten”:

Juego de Tronos. Lo sé, lo sé, original, lo que se dice original, no soy. Pero, oye, al rey lo que es del rey (nunca mejor dicho), y, aunque le quitaría alguna que otra trama (Arya Stark ¡go home!), sigo queriendo saber cuándo llegará, de una vez por todas, el invierno de marras.

House of Cards.  Si yo lo entiendo, cuando a uno le ha costado Dios y ayuda conseguir poder del de verdad debe ser muy difícil soltarlo y, por eso, los Underwood “antes muertos que sencillos”. Caiga quien caiga, a Frank y a Claire no les echan de la Casa Blanca ni con agua y lejía.

Happy Valley. Al que fue fan acérrimo de los Ángeles de Charlie durante su infancia y adolescencia, le sorprendió, y mucho, que también haya hueco en el tubo catódico para mujeres policía cincuentonas, con algún kilo de más y con traumas familiares varios. Sorpresa grata, he de decir, porque Catherine es mucha Catherine.

Westworld. Tras su visionado, no te queda otra que pensar si tu vecina Dolores, la del hostal del cuarto derecha y mirada ausente, no será, en realidad, una anfitriona con pasado turbio y cuerpo de quita y pon. Se pone pelín pesada y trascendental en algún capítulo, pero a quien no le gustaría pasar un día o dos jugando a los vaqueros…

The Expanse.  Arrancar, lo que se dice arrancar, le cuesta, pero una vez coge ritmo, la cosa se pone interesante.  No sé qué futuro le deparará a las próximas generaciones pero no descarto yo que se parezca en algo a lo que nos cuenta esta serie en la que se nota que han tirado la casa por la ventana y eso se agradece.

Flesh and bone. Ay, si Mrs. Grant, la directora de la escuela de Fama, levantara la cabeza. Oscura y desasogante a partes iguales, esta vuelta de tuerca al mundo de la danza clásica te deja un regustillo amargo, aunque, como el del chocolate negro, del que gusta.

The fall.  ¿Puede tenerte enganchado una serie  en la que lo que pasa en tres temporadas se podría haber contado, y con creces, en una sola? Pues sí, y tanto,  merito de la ex agente Scully, toda mirada y voz penetrante a la caza del psicho killer más Christian Grey que se recuerda.

Mar de plástico. Reconozco que la ficción española no me vuelve loco, pero las dos temporadas pasadas en Campoamargo se me han hecho cortas. Buena ambientación y buenas interpretaciones (salvo las de dos o tres protas a los que el uniforme de la Benemérita les queda algo grande) en una serie que bien podría haberse ambientado en alguna ciudad cerquita de Phoenix (Arizona)

This is us. Que no se diga que todo son asesinatos, intrigas palaciegas y sci-fi del bueno… Siempre hay hueco para historias familiares de las de reír y llorar según toque. De esas que siempre te hacen un capítulo especial por Acción de Gracias, Navidad, vacaciones de verano…

Kingdom. Qué verdad aquella de que “más golpes te dará la vida”, sobre todo, si eres ex luchador profesional y tus dos hijos se dedican a dar guantazos a troche y moche dentro y fuera del cuadrilatero. Ojo a los secundarios, son lo mejor.

Y por aquello de que no hay dos sin tres, y diez sin once, termino ya con Banshee. Una gran pena me dio tener que decir adiós al sheriff Hood y compañía. En esta época en la que están tan de moda los “spin off”, más de uno y dos se podrían hacer con alguno de los personajes que quedaron vivos.

Para 2017, y si os habéis portado bien en Navidades, el “top ten” de las que pasaron por mi vida sin pena ni gloria. Llegaron con ganas de quedarse, pero…

God save the Queen

Llamadme tiquismiquis pero una serie con actores conocidos me echa para atrás casi de primeras. Debe ser algo de la pitopausia de los cuarentones porque reconozco que ‘Los Vigilantes de la Playa’ me gustaban, independientemente de que Mitch Buchannan hubiera sido también Michael Knight, pero ahora me chirría mucho ver caras muy recordadas por otros papeles* al frente de un nuevo proyecto en tv.

Debe ser una de las razones por las que cada vez me decanto más por las series británicas cuyos actores, además de ser muy buenos en su oficio, no vinculo automáticamente a otra historia. Es el caso de uno de mis grandes descubrimientos de la temporada pasada, ‘Happy Valley’.

Drama e intriga policial a partes iguales, la serie pone el foco en la historia de una mujer policía cuya vida personal y profesional se entrelazan una y otra vez. Un personaje que te atrapa desde el minuto uno  gracias a la magnífica interpretación de la para mí desconocida Sarah Lancashire.

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De las tierras del ‘God save the queen’ también procede ‘Broadchurh’ cuya primera temporada también merece ser destacada (la segunda flojea bastante), al igual que su protagonista, Olivia Colman. La investigación del asesinato de un niño en una pequeña localidad costera te mantiene pegado al televisor y, a poco que tengas tiempo y el cuerpo aguante, te das un atracón y haces eso que los anglosajones llaman binge-watching.

Si menciono también ‘The Fall’ alguien me podría recriminar que su protagonista femenina es mundialmente conocida por su papel de la agente Scully en Expediente X. No problem, tengo la respuesta preparada. Ni ví en su momento esta serie ni cualquier otra película o serie que hubiera hecho después.

La historia se centra también en una investigación policial aunque el culpable de las correspondientes tropelías es revelado en un primer momento. Dos temporadas en las que nos implicamos, queramos o no, en un enrevesado y malsano juego del gato y el ratón con unos antagonistas fríos y manipuladores, cada uno a su manera.

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Se me queda en el tintero ‘Spy London’ y alguna más, pero si también me gustan las series inglesas es porque sus temporadas  son cortas, como mis post…

*Como todo en la vida, hay excepciones. Leer Larga vida a los Underwood