¿Pero ya, seguro que ya? Si fue casi ayer cuando estaba dando el paseo de rigor con el helado de rigor en mi destino vacacional de rigor.
¿Ya es Navidad otra vez? Pues va a ser que sí y, además, como tiene que ser, como la foto que ilustra este post, con la familia reunida, feliz y en torno al árbol de adornos multicolor…
Hombre, luego están esos problemillas de toda índole que no desaparecen por mucho que queramos con el nuevo año, el cuñado/a y/o suegro/a que tampoco es que nos empiece a caer repentinamente bien, o los enfados infantiles porque «Santa no me ha traído lo que quería» a pesar de haberlo intentado el pobre hombre con la muñeca o coche de carreras de última moda.
También están los empachos y las copas de más, los «atascos» para ver Cortylandia, la alegría a raudales de los afortunados que, cava en mano, están festejando el pellizquito del Gordo que les ha tocado para «tapar huecos» mientras que a uno ni pellizquito ni na de na, el especial Telepasión en TVE, el concierto de Año Nuevo de Raphael, Bisbal o Alborán…
Todas esas cosas que la familia de la foto, los influencers en Instagram o los protagonistas de las películas de Divinity no sufren pero de las que no escapamos el resto de los mortales, por mucho que nos lo propongamos los días previos al 25 de diciembre.
Pero oye, y lo que nos gusta, pese a todo, esto de las Navidades. Además, siempre tenemos la ilusión de que nos toque algo en el Sorteo del Niño, ¿no?