Cocinar, fregar los platos, limpiar la casa, hacer la compra… Todas ellas son tareas que han sido tradicionalmente ejercidas por las mujeres y que podía dar la impresión de que ya son compartidas en igualdad con los hombres.
La tozuda realidad nos dice que seguimos muy lejos de la igualdad de sexos, ya que, según el ultimo estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), solo dos de cada diez hombres comparten estas labores cotidianas del hogar con su pareja .
Al parecer, ellos se dedican más a lo que el CIS llama «pequeñas reparaciones de la casa», es decir, cambiar una bombilla, ajustar el pomo de la puerta, colgar un cuadro…
Lo que está claro es que hay cosas que apenas han cambiado por muchos años que pasen y nos creamos más avanzados que nuestros antepasados.
Nuestros padres, sus padres, nosotros mismos… Ninguno estamos haciendo bien nuestros “deberes” y seguimos fallando a la hora de inculcar entre los más pequeños la equiparación de roles independientemente del género que a cada uno nos viene «de serie».
Y no es tanto hablar de que a todos por igual nos toca echar una mano para que la casa sea un lugar de convivencia armónica sino cundir con el ejemplo.
Las buenas palabras tienen corto recorrido sino van acompañadas con los actos que reafirman su valor.
¿Habrán cambiado realmente las cosas en 25 años? En nuestra mano está. No en la del CIS.