¡A la rica serie, oiga!

El verano ya llegó y para los seriefilos que iniciamos las tan anheladas vacaciones en escasos días es hora de hacer nuestro particular ‘checklist’ de imprescindibles para las largas horas de descanso estival.

Estos días se convierten, además, en una oportunidad de oro para poder ver aquellas series que se encuentran en la columna de `pendientes’ desde hace meses por la falta de tiempo inherente a cualquier trabajador.

Un servidor ya tiene más o menos claro a cuales dedicará su tiempo libre, pero, dado mi sincero afán por ayudar siempre que puedo al prójimo, apunto a continuación algunas series que he visto y que, en mi opinión, merecen la pena.

Para gustos, estos colores:

  •  Si te gustan las de galaxias lejanas, mundos futuros y planetas en peligro: Altered Carbón, The Expanse y Lost in Space.
  • Si te gustan las de investigadores atormentados, asesinatos sin resolver y sorpresas de última hora: The Sinner, Marcella y The Alienist.
  • Si te gustan las basadas (o casi) en hechos reales. Manhunter: Unabomber, Mindhunter y Narcos.
  • Si te gustan las “made in Spain”: Paquita Salas, La Zona y Vis a vis.
  • Si te gustan las de “hay un asesino entre nosotros y cada vez somos menos para averiguar quién es”: Le Chalé y Represalias.
  •  Si te gustan las que te hacen pensar después de cada capítulo: Black Mirror y The handmaids tale.
  • Si te gustan las “inclasificables” y ni falta que les hace: Preacher, Dark y Claws.

Aunque para aprovechar el verano bien, lo que se dice bien, maratón de Juego de tronos si eres de ese cinco por ciento de la población mundial que no has visto nadita de ella.

¡Feliz verano!

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Como la vida misma

¡Ojo, contiene spoilers!

Si algo caracteriza a la recién finiquitada “Se quien eres”  es la originalidad de una trama que se ha saltado a la torera los clichés habituales de una serie de sus características.

Cuando uno se decide a ver una serie centrada en la desaparición de un/una joven en extrañas circunstancias, lo habitual es que toda ella se desarrolle de manera paralela al curso de la investigación policial correspondiente para ya en el capítulo final saber si él o la pobre ha pasado a mejor vida o, si en caso contrario, los avezados investigadores han conseguido encontrarla en el último momento, encarcelando y/o matando como se merece al perturbado de turno.

No es el caso de la ficción protagonizada magistralmente, como siempre, por Blanca Portillo y un Francesc Garrido que a mí, al menos, me chirría en muchas ocasiones por esa pose y dicción taaaaan impostada. Mención aparte merece la “ex compañera” Eva Santolaria en la piel de una  maquiavélica fiscal que uno no se la cree ni aunque le paguen.

Aquí ya sabemos que ha pasado con la supuesta víctima y también si el protagonista está o no amnésico cuando quedan la friolera de ocho capítulos para su desenlace final. Asimismo, vamos comprobando que buenos, lo que se dice buenos, hay poquitos y los que, en un principio, así lo parecen, tampoco resultan ser trigo limpio.

Pese a dar la impresión de que el pescado esta todo vendido a mitad de camino, la serie sabe mantener la intriga e interés aunque cierto es también que la trama se embarulla de tal modo que el sentido y la lógica empiezan a brillar por su ausencia.

Todo ello para llegar un final en el que, a diferencia también de la mayoría de las ficciones televisivas al uso, los malos, sí los malos, ganan la partida. Vamos, como la vida misma.

Nota. ¿Qué alguien me explique, por favor, por qué todos los protagonistas apenas tienen un abrigo y dos camisas que ponerse a lo largo de 16 capítulos?

Lo que el aburrimiento se llevo…

Lo prometido es deuda. Si hace unos días destacaba aquellas series que me habían gustado tanto como a Mariah Carey un playback en Nochevieja o a Robbie Williams un apretón de manos con sus fans (la actualidad manda), ahora dedico unas líneas a aquellas que llegaron para no volver… a mi vida seriefila se entiende.

Quantico.   Recuerdo ver el trailer meses antes de su estreno y decirme a mí mismo “lo tiene todo”, FBI, conspiraciones varias, ataques terroristas, bellezón como prota… Y sí, de todo tiene, pero a batiburrillo, mal hilado y metido a cajón en muchas ocasiones. Llegué como pude hasta la mid season y no quise saber más nada de Alex Parrish y compañía.

Homeland. Lo mío con esta serie es como deshojar una margarita. Una temporada me gusta, otra no me gusta, una me gusta, otra no me gusta… Para ser exactos, las dos primeras me encantaron, la tercera me aburrió, la cuarta me volvió a interesar y la última, la quinta, me defraudó. Buen arranque, trama de absoluta actualidad, Claire Danes sembrada como siempre, pero el desenlace me decepcionó por simplón e inverosímil a partes iguales.

The Colony. Para los que que crecimos con una habitación llena de posters de Diana, la mala de V, la trama de la nueva serie del guapetón de Perdidos ya nos sonaba. En este caso a los alienigenas no se les ve el pelo y tampoco sabemos si son más de ratones o de hombres a la hora de picar algo entre comidas, pero sí que tienen el arma perfecta para dejarte KO en el sillón, el «aburrineitor»

Empire. Los que crecimos con V también lo hicimos con Falcon Crest y Dinastía (poco se podía hacer si la oferta era tirando a escasa en aquellos tiempos), y de vez en cuando un culebrón en condiciones nos alegra el espíritu, pero los sinsabores de ‘galletita’ Lyon y familia llegan más pronto que tarde a provocar empacho.

Borgen. Como no pasé del primer capítulo poco tengo que apuntar sobre esta serie, aunque con decir que no pasé del primer capítulo a lo mejor lo digo todo…

The night manager. Metan ustedes en una coctelera a actores de reconocido tirón, un best seller de los de espionaje de toda la vida y localizaciones al más puro estilo James Bond (Spain incluida) y ¿qué tenemos? Al parecer, según he leído posteriormente, un éxito de crítica y público que yo no llegó a entender. Todavía me pregunto como a un malo de esos que se las saben todas y que nunca se les escapa nada se la pudo colar el atribulado protagonista de la función.

Anatomía de Grey. Sí, lo confieso. Si no las trece temporadas, más de ocho o nueve me he visto, y será el desgaste lógico de tantísimos capítulos con múltiples intervenciones de los más variado y devaneos amorosos para todos los gustos, pero la duodécima me empezó a aburrir soberanamente y la decimotercera ya no hay por dónde cogerla. Eso sí, me sigue causando envidia y admiración, a partes iguales, el que todos los facultativos del Sloan-Grey Memorial tengan fuerzas, ganas y humor de hacer buen uso de la salita de descanso después de muchas horas de quirófano a sus espaldas.

– Jessica Jones. Que me esperen sentados los productores de Luke Cage si quieren que vea su serie después de hacer esfuerzos sobrehumanos para no tirar la toalla, por mucho que estuve a punto de hacerlo, y acabar la primera temporada de su predecesora. La actitud y diálogos de la prota me gustaron, el resto…

Alguna más me habré dejado en el tintero pero debían ser aún peores porque ni las recuerdo… de todo tiene que haber en la viña del seriefilo.

Año de series, año de bienes

Termina 2016 y con él algunos muy buenos momentos pegado al IPad o el televisor degustando el placer nada culpable de un seriéfilo de pro como un servidor. Veteranas o recién llegadas de los States, United Kingdom o incluso de dentro de nuestras fronteras la ficción televisiva ha vuelto a ocupar múltiples ratos de ocio y descanso en mis últimos 365 días.

A continuación destaco algunas de ellas, las que me vienen “ipso facto” a la cabeza y que, por ello, entiendo que deben ser las que más me han gustado.

Maaarchando una de “top ten”:

Juego de Tronos. Lo sé, lo sé, original, lo que se dice original, no soy. Pero, oye, al rey lo que es del rey (nunca mejor dicho), y, aunque le quitaría alguna que otra trama (Arya Stark ¡go home!), sigo queriendo saber cuándo llegará, de una vez por todas, el invierno de marras.

House of Cards.  Si yo lo entiendo, cuando a uno le ha costado Dios y ayuda conseguir poder del de verdad debe ser muy difícil soltarlo y, por eso, los Underwood “antes muertos que sencillos”. Caiga quien caiga, a Frank y a Claire no les echan de la Casa Blanca ni con agua y lejía.

Happy Valley. Al que fue fan acérrimo de los Ángeles de Charlie durante su infancia y adolescencia, le sorprendió, y mucho, que también haya hueco en el tubo catódico para mujeres policía cincuentonas, con algún kilo de más y con traumas familiares varios. Sorpresa grata, he de decir, porque Catherine es mucha Catherine.

Westworld. Tras su visionado, no te queda otra que pensar si tu vecina Dolores, la del hostal del cuarto derecha y mirada ausente, no será, en realidad, una anfitriona con pasado turbio y cuerpo de quita y pon. Se pone pelín pesada y trascendental en algún capítulo, pero a quien no le gustaría pasar un día o dos jugando a los vaqueros…

The Expanse.  Arrancar, lo que se dice arrancar, le cuesta, pero una vez coge ritmo, la cosa se pone interesante.  No sé qué futuro le deparará a las próximas generaciones pero no descarto yo que se parezca en algo a lo que nos cuenta esta serie en la que se nota que han tirado la casa por la ventana y eso se agradece.

Flesh and bone. Ay, si Mrs. Grant, la directora de la escuela de Fama, levantara la cabeza. Oscura y desasogante a partes iguales, esta vuelta de tuerca al mundo de la danza clásica te deja un regustillo amargo, aunque, como el del chocolate negro, del que gusta.

The fall.  ¿Puede tenerte enganchado una serie  en la que lo que pasa en tres temporadas se podría haber contado, y con creces, en una sola? Pues sí, y tanto,  merito de la ex agente Scully, toda mirada y voz penetrante a la caza del psicho killer más Christian Grey que se recuerda.

Mar de plástico. Reconozco que la ficción española no me vuelve loco, pero las dos temporadas pasadas en Campoamargo se me han hecho cortas. Buena ambientación y buenas interpretaciones (salvo las de dos o tres protas a los que el uniforme de la Benemérita les queda algo grande) en una serie que bien podría haberse ambientado en alguna ciudad cerquita de Phoenix (Arizona)

This is us. Que no se diga que todo son asesinatos, intrigas palaciegas y sci-fi del bueno… Siempre hay hueco para historias familiares de las de reír y llorar según toque. De esas que siempre te hacen un capítulo especial por Acción de Gracias, Navidad, vacaciones de verano…

Kingdom. Qué verdad aquella de que “más golpes te dará la vida”, sobre todo, si eres ex luchador profesional y tus dos hijos se dedican a dar guantazos a troche y moche dentro y fuera del cuadrilatero. Ojo a los secundarios, son lo mejor.

Y por aquello de que no hay dos sin tres, y diez sin once, termino ya con Banshee. Una gran pena me dio tener que decir adiós al sheriff Hood y compañía. En esta época en la que están tan de moda los “spin off”, más de uno y dos se podrían hacer con alguno de los personajes que quedaron vivos.

Para 2017, y si os habéis portado bien en Navidades, el “top ten” de las que pasaron por mi vida sin pena ni gloria. Llegaron con ganas de quedarse, pero…

Pobre Barb

Si eres joven, con talento,  actriz para más señas y acaban de darte el papel de tu vida, tengo una pregunta para tí, bueno, dos. ¿Haces de amiga íntima de la prota? ¿No eres muy agraciada físicamente?. En caso afirmativo a ambas cuestiones, lo siento, tengo una mala noticia que darte. Te quedan dos telediarios.

Y es que la aritmética no falla. Si cuantificamos el número de #amigasdelaprotatirandoafeas que sobreviven al tercer episodio de cualquier serie o peli USA con aliens o similar o psicokillers o similar, el resultado es más/menos cero.

En el caso de Shannon Purser, actriz que interpreta a la ya icónica Barb en Stranger Things no se si se lo advirtieron previamente o se lo vio venir cuando la dejaron solita en una piscina en plena noche y con un bicho malo merodeando por los alrededores.

Imagino que aceptó su fallecimiento de manera resignada con la tímida esperanza de que, al tratarse de una serie sci fi con regusto ochentero, todo podía pasar, y podría correr la misma suerte que E.T.

Supongo también que la esperanza se convirtió en cabreo mal disimulado cuando constató, con el paso de los capítulos, que otros personajes presuntamente muertos seguían vivitos y coleando  y que hasta la pequeña Sinead O’Connor que se evapora por arte de birlibirloque al final de temporada parece que le auguran nuevas correrías infantiles en la segunda temporada.

Pobre Barb. Mejor te hubiera ido si hubieses agarrado a tu amiga íntima por los pelos cuando te dijo aquello de “vete tú, que si eso yo me quedo con mi chico para conocernos mejor” y os hubieras ido las dos juntas tan pichis a vuestras respectivas casas.

A todo esto, al que le haya picado el gusanillo de ver la susodicha serie. Mi consejo es que debes tener entre 35 y 45 años y quieras recordar escenas ya casi olvidadas de pelis con niños sin whatsapp y bicis como único medio de transporte.

En caso contrario, poca gracia le vas a encontrar a la serie y  terminará aburriéndote más/menos en el capítulo en el que muere nuestra Barb.

Nota: Sí, sí, ya se que este post es un poco ‘spoiler’ en toda regla. Se siente.

La dos “Españas”

Vaya a saber usted porqué pero soy de los que suele estar pendiente de los rankings de audiencia que diariamente se  publican con los programas, series… más vistos de la jornada y a poco que uno se fije llega a la conclusión de que eso de las “dos Españas” que empezaron a debatir intelectuales de todo pelaje  a finales del siglo XIX sigue siendo igual de cierto que dos más dos son cuatro.

Sí, sí, tenemos la “España, verde que te quiero verde” y la “España, tú si que eres guapa y tan lista”. Me explico. Los programas más vistos, semana tras semana, son, por un lado, los “Gran Hermano”, “Sálvame”, “Supervivientes” y demás variaciones “patiovecinales” todas ellas centradas en esa costumbre tan nuestra de “criticar por criticar”, y, de otro, “El Hormiguero” “En tu casa o en la mía”, “La Voz”, “Tu cara me suena”…, que adulan y veneran al invitado o joven talento que pasa como estrella fugaz por ellos.

Pues eso. O nos va la marcha y lo que nos pone es ver como unos y otros se enzarzan en broncas monumentales, ya sea por la comida, una canita al aire o rencillas entre padres e hijos y viceversa, o preferimos creer que el mundo es mejor gracias al encanto y saber estar de los actores, cantantes o políticos del momento

Alguien dijo, uno de estos sabios antiguos que quedan muy bien en las citas, que “en el término medio está la virtud”. Ay, pobrecico mío si levantará la cabeza hoy en día en cualquier ciudad o pueblo de la bella Hispania…

 

 

 

 

De luto

Casi viudo me hallo después de despedirme, con lágrimas en los ojos, de una de mis series favoritas de todos los tiempos. Yo no soy de los que tiene un “top ten” para todo y también, como no, para aquellas series que te atrapan desde su minuto uno y ya no te sueltan hasta el final, pero si lo tuviera a buen seguro que estaría en una muy buena posición.

Gran desconocida en nuestro país, donde no se ha emitido en ninguna de las cadenas de televisión, llegó a mí por la recomendación de un buen amigo y guía casi “espiritual” en esto de las series y hasta su último capítulo, emitido hace escasos días, ha sabido darme una buen ración de todo lo que es en cada una de sus entregas.

¿Y qué es lo que nos ha ofrecido Banshee a sus fieles seguidores? El resumen simplista sería algo así como “un cocktail adrenalítico de violencia, acción, venganza y sexo concentrado en los escasos metros cuadrados del término municipal de un pueblo perdido en ninguna parte de la América más profunda”

Y sí, tiene muchos tiros, peleas, persecuciones y muertes, pero es mucho más. Es un compendio de buenas interpretaciones en actores para mí prácticamente desconocidos que encajan como un guante en cada uno de sus personajes, empezando por su atormentado y justiciero protagonista.

Es también una producción cuidada hasta el último extremo en la que las imágenes que dan vida a cada escena encierran un mensaje en sí mismas, constituyendo un recurso argumental más, y en la que se juega a la perfección con el ritmo de sus tramas, fluctuando del menos a más o del más al menos para regocijo de los que nos vamos ya sorprendiendo con muy pocas cosas.

Han sido cuatro temporadas que han sabido a poco, pero seguramente las justas para que no fuere perdiendo fuelle y acabará  rota y desdibujada, como tantas y tantas series que no supieron poner el cartel de cerrado a tiempo.

Decimos adiós al sheriff Hood y compañía y lo hacemos como empezamos, sin saber realmente cual es la verdadera identidad de Lucas.

God save the Queen

Llamadme tiquismiquis pero una serie con actores conocidos me echa para atrás casi de primeras. Debe ser algo de la pitopausia de los cuarentones porque reconozco que ‘Los Vigilantes de la Playa’ me gustaban, independientemente de que Mitch Buchannan hubiera sido también Michael Knight, pero ahora me chirría mucho ver caras muy recordadas por otros papeles* al frente de un nuevo proyecto en tv.

Debe ser una de las razones por las que cada vez me decanto más por las series británicas cuyos actores, además de ser muy buenos en su oficio, no vinculo automáticamente a otra historia. Es el caso de uno de mis grandes descubrimientos de la temporada pasada, ‘Happy Valley’.

Drama e intriga policial a partes iguales, la serie pone el foco en la historia de una mujer policía cuya vida personal y profesional se entrelazan una y otra vez. Un personaje que te atrapa desde el minuto uno  gracias a la magnífica interpretación de la para mí desconocida Sarah Lancashire.

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De las tierras del ‘God save the queen’ también procede ‘Broadchurh’ cuya primera temporada también merece ser destacada (la segunda flojea bastante), al igual que su protagonista, Olivia Colman. La investigación del asesinato de un niño en una pequeña localidad costera te mantiene pegado al televisor y, a poco que tengas tiempo y el cuerpo aguante, te das un atracón y haces eso que los anglosajones llaman binge-watching.

Si menciono también ‘The Fall’ alguien me podría recriminar que su protagonista femenina es mundialmente conocida por su papel de la agente Scully en Expediente X. No problem, tengo la respuesta preparada. Ni ví en su momento esta serie ni cualquier otra película o serie que hubiera hecho después.

La historia se centra también en una investigación policial aunque el culpable de las correspondientes tropelías es revelado en un primer momento. Dos temporadas en las que nos implicamos, queramos o no, en un enrevesado y malsano juego del gato y el ratón con unos antagonistas fríos y manipuladores, cada uno a su manera.

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Se me queda en el tintero ‘Spy London’ y alguna más, pero si también me gustan las series inglesas es porque sus temporadas  son cortas, como mis post…

*Como todo en la vida, hay excepciones. Leer Larga vida a los Underwood

 

Larga vida a los Underwood

Lo confieso. Soy seriéfilo. Alguna filia tiene que tener uno en esta vida y la mía son las series de tv. Fundamentalmente las de EE.UU., aunque alguna de la BBC y española cae de vez en cuando.

Mi primer post lo dedico a una de mis series favoritas. Acabo de terminar de ver su última temporada y, como siempre, me he quedado con ganas de volver a ver muy pronto a uno de los matrimonios más maquiavélicos de la pequeña pantalla. Me refiero, como no, a los Underwood.

Si bien es cierto desde hace un tiempo aquello de que ‘cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia’, las tramas cada vez más enrevesadas de Mr. president y, ahora, Mrs. vicepresident enganchan desde el principio al fin.

La cuarta temporada me ha gustado especialmente por sus continuas referencias al pasado de los protagonistas,  y las consiguientes apariciones “estelares” de personajes, tanto vivos como muertos, que ya habíamos dado por desaparecidos.

También mejora el ritmo y los “golpes de efecto” con respecto a su tercera temporada, e incorpora a un nuevo rival en su continua ‘carrera de fondo’ por el poder que no tiene desperdicio.

Aunque siempre da la impresión de que esta vez sí, que esta vez les han “tocado y hundido”, la escena final, impagable, muestra bien a las claras que a los Underwood les queda cuerda para rato. Bien por ellos… y por sus millones de seguidores.

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