Cosas de la vida

23 de junio de 2011, día antes, día después… acabó una etapa laboral muy importante de mi vida. Dejaba la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales de Castilla-La Mancha después de años de intenso trabajo al lado de grandes compañeros y grandes personas.

De todos aprendí mucho, sobre todo, de Fernando Lamata,  un gran referente para mí no solo a nivel profesional sino también humano y personal.

Tras mi marcha no había vuelto a la Consejería y justo seis años después, el 23 de junio de 2017, volví a pisar su salón de actos para el acto de graduación de mi hija Nora. La vida tiene estas cosas.

A mi cabeza vinieron muchos momentos vividos bajo esas cuatro paredes y confluyeron el pasado y el presente llenando de mucha emotividad el momento. Mi hija ya me ha conocido «haciendo noticias solo de enfermeras», como ella dice, pero no hace tanto las hacía de todo un servicio de salud.

La vida pasa  y poco permanece. Los edificios y el recuerdo de lo vivido.

Por cierto, grandes compañeros y grandes personas siguen trabajando  en el mismo edificio de la Avenida de Francia, número 4 ,de Toledo.

 

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Una simple palabra

Es una palabra, solo una, pero cuando aparece en la vida de un hombre o de una mujer pesa más que una losa. Si nos fijamos en lo que dice la RAE de ella deberíamos incluso desear que se mencione cuando alguien se refiere a nosotros pero la verdad es que no nos hace ni pizquita de gracia.

La primera vez que uno la escucha lo primero que piensa es que no va con él la cosa o, simplemente, que ha sido un malentendido provocado por la falta de atención de la persona que la pronuncia.

“No puede ser”, pensamos, y nos autoconvencemos de que no volveremos a escucharla en mucho tiempo. Craso error el nuestro porque después de esa primera vez, hay una segunda, una tercera… y las que quedan.

Lo queramos o no, as time goes by, como decía aquella famosa canción de la película “Casablanca”, y aunque por dentro nos sigamos sintiendo en el mejor de los casos como unos jovenzuelos, por fuera la cosa cambia.

Y son precisamente los jovenzuelos los que ponen a cada cual en su sitio con solo referirse a nosotros con esa palabra.

Señor/a, ¿me puede decir donde…?

Aedes Aegypti

Aedes, de apellido Aegypti. Así se llama el mosquito transmisor del nuevo virus que está causando verdadera conmoción en gran parte de América. No es para menos, el virus en cuestión, conocido como Zika, es el casi seguro causante de una malformación cerebral en bebés que ya ha afectado a miles de mujeres embarazadas.

Lamentablemente, cuando parece que hemos superado una crisis sanitaria aparece otra nueva que vuelve a poner en jaque a toda la comunidad internacional en el ámbito de la salud. Hace escasas semanas conocíamos que el último brote del ébola estaba prácticamente erradicado en África y ahora vemos en las noticias los efectos de este nuevo virus.

Lo cierto y verdad es que por mucho que la humanidad avance en la prevención, control y, en algunos casos, erradicación de enfermedades, da la impresión que los virus siempre van por delante, afectando principalmente a aquellas zonas del planeta más pobres y, como consecuencia, con sistemas sanitarios más débiles y deficitarios.

En situaciones de crisis siempre oímos muchas voces que insisten en la importancia de invertir en los servicios sanitarios de todas estas zonas del mundo (más formación, más recursos, más profesionales…) y diferentes organismos internacionales y gobiernos de todo tipo se comprometen a hacer un mayor esfuerzo en este sentido.

Palabras que no siempre se traducen en hechos volviendo a dejar a numerosas poblaciones en una situación de clara indefensión ante este tipo de pandemias. Mucho me temo que la historia se repetirá con el virus Zika y con el siguiente y posterior… y es que el hombre, además de ser el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, parece ser el único que no sabe o no quiere aprender de los errores pasados.