¡Ojo, contiene spoilers!
Si algo caracteriza a la recién finiquitada “Se quien eres” es la originalidad de una trama que se ha saltado a la torera los clichés habituales de una serie de sus características.
Cuando uno se decide a ver una serie centrada en la desaparición de un/una joven en extrañas circunstancias, lo habitual es que toda ella se desarrolle de manera paralela al curso de la investigación policial correspondiente para ya en el capítulo final saber si él o la pobre ha pasado a mejor vida o, si en caso contrario, los avezados investigadores han conseguido encontrarla en el último momento, encarcelando y/o matando como se merece al perturbado de turno.
No es el caso de la ficción protagonizada magistralmente, como siempre, por Blanca Portillo y un Francesc Garrido que a mí, al menos, me chirría en muchas ocasiones por esa pose y dicción taaaaan impostada. Mención aparte merece la “ex compañera” Eva Santolaria en la piel de una maquiavélica fiscal que uno no se la cree ni aunque le paguen.
Aquí ya sabemos que ha pasado con la supuesta víctima y también si el protagonista está o no amnésico cuando quedan la friolera de ocho capítulos para su desenlace final. Asimismo, vamos comprobando que buenos, lo que se dice buenos, hay poquitos y los que, en un principio, así lo parecen, tampoco resultan ser trigo limpio.
Pese a dar la impresión de que el pescado esta todo vendido a mitad de camino, la serie sabe mantener la intriga e interés aunque cierto es también que la trama se embarulla de tal modo que el sentido y la lógica empiezan a brillar por su ausencia.
Todo ello para llegar un final en el que, a diferencia también de la mayoría de las ficciones televisivas al uso, los malos, sí los malos, ganan la partida. Vamos, como la vida misma.
Nota. ¿Qué alguien me explique, por favor, por qué todos los protagonistas apenas tienen un abrigo y dos camisas que ponerse a lo largo de 16 capítulos?