Me resisto. Cada vez me cuesta más, lo reconozco, pero, por el momento, soy de la especie “pater progenitorum” que NO deja a sus hijos pequeños el móvil en las comidas fuera de casa.
Ojo, cada padre hace lo que estima más adecuado y no seré yo el que imponga doctrina al respecto. Es más, no descarto que en unos meses me suba al carro y mis retoños disfruten de una sesión continua de ‘Pow Patrol’ o ‘Lady Bug’ mientras servidor y señora degustamos del plato de turno sin oír machaconamente frases como “me aburro”, “no quiero comer”, “mi hermano me ha cogido el tenedor”, ¿me puedo levantar?”…
Cuando empiezo a flaquear recuerdo a los padres de antaño y pienso que si ellos sobrevivieron a este tipo de entuertos, teniendo en cuenta que lo eran además de muchos más hijos, los actuales también podemos.
También hay que ponerse algo farruco con el uso indiscriminado de aplicaciones «mágicas» como Youtube Kids y sus cientos de videos de niños y mayores abriendo huevos con regalos sorpresa y /o jugando a las princesas Disney. En esto, como en todo en esta vida, habría que recordar aquello de Aristóteles de que “en el término medio está la virtud”.
Que las nuevas tecnologías están para quedarse está claro y que de ellas podemos beneficiarnos y aprender mucho también, pero a más de uno nos hubiera encantado que viniesen acompañadas con un manual de instrucciones para padres ‘pre-millenials’.