No hace mucho tiempo, en los colegios de nuestro país, los alumnos más aplicados eran los que se conocían “al dedilo” la lista de los reyes godos o decían de corrillo la tabla de multiplicar del nueve sin pestañear.
Ahora no. Ahora, los chavales más listos son los que se saben de memoria los nombres de las operaciones anticorrupción de los últimos tres meses o los de las tramas de financiación ilegal y aprovechamiento personal de políticos y funcionarios de todo tipo y condición.
Púnica, Gürtel, Bárcenas, Urdangarín, Barberá, Pujoles varios… nombres y más nombres que cada día nos asaltan en nuestros hogares desde las televisiones y radios con historias a cual más truculenta y enrevesada.
Personas y personajes que darían de sobra para hacer un gran parque temático que supusiera un nuevo foco de atracción turística para un país que, en gran parte, vive de la llegada masiva de extranjeros de distintas nacionalidades a los que les sigue encantando el sol, la playa y nuestra alegría de vivir.
Alegría, alegría, la de todos los que cobraban en b por aquí, recalificaban al gusto del promotor amigo por allá, llevaban sus dineros a sociedades “offshore” en paraísos fiscales… Un por allí, por acá constante del que nos vamos enterando por capítulos, como si de un culebrón venezolano se tratase.
Y es que es mejor a todas luces que, como las capsulas de Nespresso de George Clooney, nos vayan dosificando los sustos, para que el cuerpo se nos acostumbre al frenesí y desenfreno de los amigos del dinero fácil y no se nos vaya a pasar por la cabeza pedir explicaciones o las responsabilidades correspondientes. Visto como está el patio, yo me quedo con los reyes godos, Ataulfo, Tederico, Eurico, Alarico…